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viernes, 31 de agosto de 2012

TERRE DI CORZANO 2009. Sangiovese (90%) y canaiolo. DOCG Chianti. Italia.


 Nuestro primer contacto con los chianti, en la tierra de los chianti, se produjo con este vino de capa medio-baja y color rojo cereza intenso, con un ribete que tiene matices violáceos. Lo elabora la bodega Corzano e Paterno,  que visitaremos en breve.

Nos ha parecido un vino muy sincero; desde el principio advertimos los aromas a fruta roja (fresa, frambuesa), acompañados de algo de hojarasca, tierra húmeda. En segundo plano advertimos los tostados de la crianza. El 80% de este vino se ha criado en barrica durante 12 meses y el resto en botas de 25 hectolitros.
En boca es muy directo. Es muy agradable. Y lo es por sus taninos finos, por su sabrosa salinidad, por su excelente acidez, que compensa perfectamente sus 14 grados de alcohol (no se notan, ni en boca, ni en nariz). Y también es agradable por su ligereza; lo que no obsta para que deje un excelente y largo recuerdo, en el que la acidez y el ligero amargor tánico hacen a este vino muy placentero.
Es un vino, que en la bodega cuesta 10 €.
¡Salud!     

martes, 28 de agosto de 2012

SAN GIUSTO A RENTENNANO

Bettina y Lucca
Nos trasladamos al pueblo de San Giusto alle Monache, provincia de Siena, para seguir conociendo las características del chianti y sus distintas elaboraciones. Gracias a nuestro amigo Marco Gazza pudimos contactar con Bettina y Lucca, quienes nos abrieron las puertas de su casa, la hacienda San Giusto a Rentennano. Lucca nos empezó contando que la hacienda es lo que queda de un antiguo latifundio en el que el señor de turno establecía contratos de aparcería con campesinos, que tenían casa, tierras y animales para llevar a cabo una economía agraria tradicional. Hoy cuentan con 30 hectáreas de viñedo, en su mayoría sangiovese, entre otros cultivos.


Lucca y su hermano empezaron a embotellar su propio vino hace 35 años. Antes su padre hacía vino para venderlo a granel. Eran otros tiempos, en los que primaba la cantidad para obtener unas liras que ayudasen en la economía familiar. Elaboran unas 85.000 botellas, de las cuales el 60% va al mercado exterior.

Las viñas se asientan sobre un terreno arenoso con cantos y tufo (antiguos fondos marinos). Practican una agricultura ecológica, visible en prácticas como la realización de preparados naturales vigorizantes (a base de algas marinas o aloe vera) que permiten reducir a la mitad las dosis necesarias de cobre y azufre frente a oídio o mildiu. También elaboran su propio compost, a partir de los restos orgánicos que genera la granja.


Para elaborar los vinos se utilizan los depósitos de cemento y de acero. Para la crianza prefieren más tiempo de permanencia en madera pero con menos porcentaje de madera nueva. Además, como estamos ante una antigua instalación agropecuaria, cuenta con el espacio suficiente para guardar el vino embotellado un año más, antes de su salida al mercado.


Finalizamos la visita probando los vinos que Lucca nos ofreció. Buen conversador, anda el hombre bastante preocupado por la sequía de este año -se ve mucha hoja seca en las viñas-.


Primero  probamos el Chianti Classico 2010, 95% sangiovese y el resto, canaiolo. Nos comentó Lucca que esta zona, en torno a Gaiole in Chianti, es uno de los focos originarios de este tipo de vino. De color cereza oscuro, nos ofreció fruta madura, tanto en nariz, como en boca. Mostró una acidez estupenda y unos taninos bastante afinados. El vino sencillo de la casa dejó un buen recuerdo, con una elaboración de gran calidad. Cuesta 12,50 € en la bodega.


Continuamos con el Riserva Le Baroncole 2009. Es otro Chianti Classico, elaborado con las mismas uvas e idéntico porcentaje, pero con la diferencia de que la selección de los granos es más cuidadosa. Además, tiene ocho meses más de crianza en madera. Con el mismo color que el anterior, en nariz muestra una evolución interesante según se va abriendo. Hay fruta roja, notas florales y aromas avainillados y de galleta de coco. En boca, una buena acidez equilibra sus 14,5º de alcohol. Tiene unos taninos firmes pero no desagradables. Se aprecia que en su crianza ha habido muy poca madera nueva. Este vino aún es joven -acaba de salir al mercado-, pero muestra muy buenas maneras y va por la vía de la elegancia.

Los siguientes fueron sus vinos más caros. El Percarlo 2008 (37€) es un sangiovese de pura raza, criado en barrica durante 22 meses. De un color cereza vivísimo, en nariz nos aportó fruta negra, especias, trufa. Al probarlo, mostró su juventud, con taninos poderosos y con una salinidad característica procedente del sustrato de tufo. Es un vino para guardar y disfrutarlo con el tiempo y con tiempo. Este vino nació en 1983, cuando por ley un chianti no podía tener un 100% de sangiovese. Podría entonces considerarse este Percarlo como un “supertoscano”. Lucca nos contó en este momento que en abril llegó a la bodega el agente de Parker en Italia para hacer una cata vertical de todas las añadas de este vino. La cosa salió bien porque la puntuación mínima fue de 92, pero comentamos que no parecía muy justo que en apenas hora y media que estuvo allí, catando, escribiendo en el ordenador y mirando el reloj una y otra vez; se juzgase la labor y el esfuerzo de toda una vida. Lucca añadió que la culpa también es parte de los bodegueros, que aceptan esta “dictadura”.


La Ricolma 2009 es un merlot de la Toscana. Con una capa alta de tono remolacha y ribete púrpura, en la copa desarrolla aromas concentrados de fruta negra y betún. En boca la merlot se expresó con dulzura, acompañada de recuerdos avainillados de una madera que aún está muy presente en este vino recién embotellado.
En los cuatro vinos hay una línea homogénea de calidad, apreciable en detalles como el buen recuerdo que dejan en la boca pasado ya bastante tiempo.

Finalizamos con su Vin San Giusto, su Vin Santo, el vino que se tenía en las casas para ofrecer al recién llegado como muestra de hospitalidad y el que el cura usaba en la misa -de ahí su nombre-. Es un malvasía (90%) y trebbiano. Se elabora a partir de la pasificación de las uvas en cajas durante tres o cuatro meses. A comienzos del invierno se prensan estas pasas. El mosto acaba en una bota de castaño viejo en el que ha estado el anterior Vin Santo. Allí fermenta muy lentamente, con la madre, de otros vinos, que no se ha extraído, y permanece en crianza durante seis años. Es de color caoba y en sus aromas encontramos pasas, miel y membrillo. Al paladar su dulzor no sorprende tanto como su acidez. Nos vinieron recuerdos de marrón glacé, castañas en almíbar. Es un vino de acogida de gente muy acogedora, como Lucca y Bettina, a quienes agradecemos el tiempo que nos dedicaron.
¡Salud!

lunes, 27 de agosto de 2012

POGGIO AL SOLE


En nuestro segundo viaje vinícola a Italia hemos querido acercarnos a la Toscana y especialmente a la tierra del Chianti, un nombre mundialmente reconocido pero -y por esa misma razón- también utilizado para vender productos de dudosa calidad. Gracias a nuestro amigo Marco Gazza hemos podido contactar con algunos productores con los que esperamos resolver dudas y seguir aprendiendo.


Badia a Pasignano
La primera de estas bodegas es Poggio al Sole. Se localiza entre Siena y Florencia, cercana al pintoresco pueblo (hay muchos así en toda la región, de ahí su fama) de Badia a Pasignano, aunque, en realidad, se encuentra aislada en medio de una colina boscosa (poggio significa colina). Allí nos recibieron Kathrin y su marido Giovanni. Son un matrimonio que llegó aquí porque Giovanni procede de una familia de bodegueros suizos (donde también se hace buen vino, aunque no se suele exportar, nos cuenta Kathrin) y, tras buscar por Francia y en Piamonte, encontraron este lugar en la Toscana para llevar a cabo su propio proyecto. 


La hacienda fue fundada en 1969 por un florentino y, en el pasado, perteneció a un monasterio. Es una bodega relativamente joven que ha dedicado dos décadas, entre otras cosas, a buscar los mejores clones de la uva sangiovese para plantarlos, a partir de 1992, en sus 18 has. de viñedo. 
La mayor parte de la viña se encuentra alrededor de la casa, en medio de una gran superficie boscosa que la aísla de los agentes químicos usados por otros viñedos. Son respetuosos con la tierra, pero Giovanni no se define como ecológico. 


El suelo es básicamente arenoso y calcáreo. Elaboran 80.000 botellas al año y el 90% va al extranjero. Todas la variedades fermentan en acero y se crían en madera. Utilizan barricas de primero y segundo años para sus mejores vinos, y las de tercero y cuarto, para sus vinos más accesibles.




Con Kathrin y Lucca pudimos saber más sobre esta denominación tan conocida. Tenemos, en primer lugar, Chianti Classico, que se distingue por una vitola en el cuello de las botellas en la que aparece un gallo negro. Se elabora en un espacio situado entre las provincias de Firenze (Florencia) y Siena. Pero, además, hay otras pequeñas denominaciones que utilizan la palabra chianti, como el chianti pisano; incluso hay bodegueros que solo ponen chianti en la etiqueta, sin ninguna indicación geográfica. Les preguntamos por el fenómeno de los “supertoscanos” y Lucca nos reconoció que ayudaron bastante a dar fama a la región, pero que también provocaron un aumento de la producción que hizo perder calidad y bajar los precios. El litro de chianti a granel cuesta ahora cuatro veces menos que hace unas décadas.



Nos ofrecieron una cata de sus distintos vinos.


PRIMAVERA 2011, un rosado 100% sangiovese con un poco de azúcar residual. Se elabora como un vino de lágrima. Solo se utiliza, por tanto, el mosto que se extrae del fondo del depósito a partir de las uvas que se rompen por el peso de las que están más arriba. Tiene mucha fruta roja en nariz y, en el paladar, una buena acidez y un dulzor que se nota mucho menos de lo que nos esperábamos en un vino con azúcar residual. Cuesta 6,70€.


TRITTICO 2009, 80% sangiovese y, el resto, merlot y cabernet sauvignon. En nariz da notas de fruta roja, hoja seca, especias y vainilla. En boca sigue la línea que identificamos en muchos vinos italianos, con un dulzor más austero que en los vinos españoles, mayor acidez y unos taninos maduros, que se sienten pero no agreden. Es otro vino de 6,70€.


POGGIO AL SOLE CHIANTI CLASSICO 2009, con sangiovese (90%), cannaiolo y cabernet sauvignon. Encontramos fruta madura, tanto en nariz como en boca, acompañada de notas especiadas. Es un vino con más cuerpo, con tanicidad y buena acidez. Cuesta 12€. También probamos la añada 2010, pero en este caso destacaban unos taninos muy marcados.


Uva sangiovese
CASASILIA 2009. Con 100% sangiovese, ha estado criado 16 meses en barricas, un tercio de ellas nuevas. Nos explica Giovanni que la sangiovese es una uva muy sensible que no aguanta bien mucha madera nueva. No ha sido tradicionalmente una uva considerada noble, algo que él trata de cambiar con la selección de los mejores clones. Antes se plantaba sangiovese, hasta los años 70, cuando el vino era considerado básicamente un alimento. Pero las mejores zonas se reservaban para el olivo. 
Apreciamos fruta madura bien combinada con notas de pan tostado y vainilla. En boca se siente la madera. Estamos ante un vino joven, de poderosa estructura al que le espera mucha vida por delante. Cuesta 26€.


POGGIO AL SOLE CABERNET SAUVIGNON 2009. Al tratarse de un monovarietal de cabernet, no puede ser chianti y, por eso, en la etiqueta lleva la denominación IGT Vino Rosso di Toscana. De capa muy alta, remolacha, nos ofreció fruta negra por encima de toques especiados -el característico pimiento- y avainilladas. En boca, recién embotellado, como sus hermanos, muestra aptitudes para evolucionar muy bien durante los próximos años.
Agradecemos a Kathrine y Giovanni la amabilidad con la que nos atendieron.
¡Salud!

LE MACCHIOLE

Cinzia

Hace unos meses asistimos en la UEC a una cata de los vinos toscanos menos conocidos. Allí probamos unos vinos de la DOCG Bolgheri, que está situada en la Maremma Tosana. Nos encontramos al sur de Pisa. Prima, en un litoral rectilíneo, con una estrecha llanura costera que pronto se ve interrumpida al interior por las colinas típicas de la Toscana. 

Es un paisaje típicamente mediterráneo, salpicado de vides y olivos. Gracias a nuestro amigo italiano Marco Gazza visitamos una de las bodegas pioneras en esta joven denominación: Le Macchiole. Su nombre procede de la localidad a la que pertenecían los primeros terrenos que se compraron. Allí nos atendió Cinzia. Ella y su marido han levantado esta empresa desde hace más de tres décadas.
La familia de su marido compró el terreno como un divertimento para hacer un vino sencillo para un bar. Con el tiempo, él se dio cuenta del tremendo potencial de la finca y apostó por un proyecto más serio. Entonces adquirieron nuevas tierras hasta configurar las 22 has. que componen la actual Azienda Agricola Le Macchiole.
Corrían loss años 80 y en la DO había menos de diez bodegas. Pero ya estaban nombres míticos como Sassicaia, que junto con otros (Tignanello, Orneiaia), dieron lugar al fenómeno de los “supertoscanos”. Eran vinos que, respaldados por la crítica internacional, se convirtieron en el referente del vino italiano en el mundo.

Los estratos del suelo de Le Macchiole.
Al fondo, las piedras de origen marino.
Le Macchiole no siguió este camino. Primero pasaron años para entender el suelo y el comportamiento de las variedades plantadas en este ámbito geográfico particular. Se trata de un suelo muy fértil, arcilloso, aunque con la ventaja de que está mezclado con gran cantidad de cantos de origen marítimo. Esta costa, hace miles de años era un fondo marino. Este factor permite que el suelo tenga buena humedad y soporte los rigores del estío. Comenzaron plantando distintas variedades, pero con el tiempo han descartado la sangiovese toscana, que han sustituido por variedades de perfil internacional que se han adaptado mejor a esta tierra. 

También optaron por un sistema de cultivo de gran densidad de plantación (hasta 10.000 plantas por hectárea) para que, mediante la competencia entre las cepas, la producción se limite de manera natural y se consiga mayor calidad. Otra mejora en la forma de cultivo ha consistido en ir adoptando poco a poco los principios de la agricultura ecológica. Este sistema ha fortalecido mucho a las cepas. Así, por ejemplo, el año pasado hubo en la zona una gran plaga de oídio y a su viña apenas le afectó.
Todo este proceso de estudio y de continuas mejoras ha estado encaminado a conseguir un vino que exprese la singularidad de la región de Bolgheri, pero también la de sus variedades. Aquí encontramos un punto de diferenciación clave de Le Macchiole con respecto a los otros bodegueros de la denominación, que practican en sus vinos la mezcla de variedades. Le Machiole, por el contrario, esto solo lo hace en su Bolgheri Rosso. Pero tienen, además, tres monovarietales de cabernet franc, syrah y merlot, que son muy poco comunes en la región.

Para vinificar utilizan los depósitos de acero para su Paleo blanco de sauvignon y chardonnay, y otros de cemento no vitrificado que tienen mejor comportamiento térmico y permiten una cierta oxigenación, para sus cuatro vinos tintos. La utilización del cemento es reciente y se debe a que han comprobado que el comportamiento de la cabernet franc en este material es excelente porque preserva toda su potencia aromática.
Previamente, la uva se ha recolectado en pequeñas cajas de plástico que se han refrigerado durante 24 horas antes de pasar por la mesa de selección. La uva tinta no se prensa sino que fermenta entera. La maloláctica se hace en barrica bordelesa de roble francés. Cinzia nos enseñó también unos grandes fudres con los que están experimentando.
 La normativa de la denominación exige un año de crianza en madera y otros dos de permanencia en botella hasta su comercialización al cabo del tercer año. En cuanto al blanco, una vez fermentado, un 30% pasa seis meses de crianza en roble y el resto, en acero.
Actualmente producen 140.000 botellas, de las que exportan un 70% a más de cuarenta países.

La visita se completó con una cata en una sala muy bien acondicionada para tal fin. Ya habíamos probado la noche anterior, en el restaurante Da Ugo de Castagneto Carducci, su Paleo 2010, un sauvignon blanc (50%) con chardonnay (50%), con algo de barrica, que resultó muy correcto.

Comenzamos con Le Macchiole 2010 Bolgheri Rosso, un ensamblaje de merlot (50%), cabernet franc (30%) y syrah (20%). Es el vino básico de la bodega. De él se elaboran 95.000 botellas. Para ellos es muy importante y lo cuidan mucho porque lo consideran su carta de presentación. Tiene una capa alta, de color picota. En nariz es concentrado, muy frutal, con notas especiadas. En boca es muy frutal, placentero, con entrada dulce y buena acidez. Tiene un punto de salinidad y deja un gran recuerdo. Para nosotros, aunque la bodega lo presente como un vino básico, nos parece que tiene mucha calidad.

PALEO 2008. Es un monovarietal de cabernet franc. En años anteriores fue un coupage de cabernet sauvignon y sangiovese. Se identifican notas de pimiento, fruta negra y, en segundo término, el tostado de la barrica. Al paladar también resulta muy frutal, pero es más complejo que el anterior. Tiene un punto de salinidad mineral y unos taninos nada agresivos, que dan un ligero amargor final. Se trata de un vino amplio, que se expande en la boca y deja un recuerdo muy largo. Es el vino que nos ha parecido más sutil e interesante. Le comentamos a Cinzia que nos parece que puede tener una gran evolución en los próximos años.

SCRIO 2008. Es un syrah 100%, con envejecimiento de doce meses en barrica de segundo año. Les ha costado mucho conseguir este vino porque en un terreno tan fértil como el suyo la syrah no da buenos resultados. La mayor edad de las cepas y la alta densidad de plantación han dado como resultado este buen vino. De capa alta y color picota oscuro, nos recuerda, por su concentración y sus notas de ciruela pasa, a algunos buenos syrah españoles. Hay también algo de paté de aceitunas negras. En boca resultó el más dulce y amable, con un tacto más untuoso. Es un vino menos complejo que los anteriores y más fácil de beber.

Finalizamos con el MESSORIO 2008, monovarietal de merlot. Este vino ha pasado 18 meses en barrica nueva (90%) de roble francés. Nos pareció el menos interesante. Cinzia nos contó, honestamente, que ahora mismo la fruta no sale en nariz pues aún necesita un año más para que se ensamble la madera. Dominan las notas mentoladas (eucalipto). En boca también apreciamos esa falta de botella porque los taninos aún están crujientes. Hemos podido conocer de este vino que una prestigiosa guía italiana le ha dado la máxima puntuación, y que cuesta más de 100 €.  

En general, los cuatro vinos tintos tienen un nivel de calidad muy alto. Cinzia nos cuenta que quieren que sean vinos longitudinales, que entren muy directos pero que, una vez en el paladar, se expandan y ofrezcan muchas sensaciones.
Le agradecemos su paciencia y amabilidad, y a Marco que nos guiase.
¡Salud!

domingo, 26 de agosto de 2012

BRUNO ROCCA


Bruno Rocca
La historia de Bruno Rocca es similar a otras que ya hemos conocido. Su padre cultivaba viñas y vendía las uvas. Tras un tiempo de hacer vino en la cooperativa local, Bruno pensó que sus uvas tenían la calidad suficiente para hacer su propio vino y embotellarlo por separado. Así en 1981 salen al mercado las primeras botellas con su nombre. 
La bodega se sitúa en Barbaresco, una DOCG muy próxima a la de Barolo y que forma parte de la denominación más grande de Langhe, en Piamonte. Bruno nos dijo que hay referencias al vino de Barbaresco desde el siglo XVIII. Como DOCG nace a mediados del siglo XX, antes incluso que Barolo. Comprende tres municipios: Barbaresco, Treiso y Neive, junto a una pequeña parte de Alba.

Luisa
Nos recibió Luisa, la hija de Bruno. Nos contó que su padre siempre ha mostrado mucho interés por la viña, por el trabajo en la tierra, más que por la propia bodega, a la que le dedica el tiempo justo. Ellos siguen desde hace años los principios del cultivo ecológico, aunque no tienen, ni lo desean, ningún tipo de certificado. Ese trabajo en la tierra se nota en muchos detalles: no usan herbicidas ni pesticidas porque, nos cuenta Luisa, la química destruye lo malo, pero también lo bueno de la planta. Mantienen hierba en el suelo y siembran leguminosas para nitrogenarlo. La intervención se reduce al tratamiento de cobre cuando aparece el oídio, el azufrado para el mildíu, y el arado del surco que se abre entre los pies de las cepas para extraer las raicillas de las hierbas hasta una profundidad de 5 cm.

Desde la terraza de la bodega se podía ver parte de la propiedad. El viñedo que se extiende a los pies del edificio recibe el nombre de Rabajá (palabra del dialecto piamontés) y forma un teatro natural con orientación sur-suroeste, que es la mejor para la nebbiolo. La situación del viñedo es la ideal porque está en un corredor natural de aire que se extiende hasta el cercano río Tanaro. Esta corriente casi continua durante todo el año contribuye a prevenir las enfermedades más frecuentes de la viña. 

El suelo se compone fundamentalmente de tufo (suelo de origen marino) y arena. El total de la propiedad consta de unas 15 has. -10 de las cuales están dedicadas solo a la nebbiolo, aunque también cultivan chardonnay, barbera y dolcetto- que producen una media de 60.000-70.000 botellas al año.

En la bodega la fermentación alcohólica se realiza con las levaduras propias de las uvas,  en depósitos de acero individuales para cada parcela. Después, la maloláctica se realiza en  barricas. Se reúnen todas en una sala pequeña para que la temperatura se eleve y arranque la fermentación. Allá por el mes de enero, se abren las puertas para que la temperatura baje de manera natural. 

Solo usan barricas bordelesas de roble francés, aunque Bruno nos comentó que está pensando en experimentar con otros recipientes más grandes, de hasta mil litros. Como en Barolo habíamos visto que lo habitual no eran las barricas sino las grandes botas de roble esloveno, le preguntamos a Bruno la razón de su preferencia por estos toneles más pequeños. Su explicación fue la siguiente: se trata de que, por la distinta composición del suelo, la nebbiolo de barbaresco tiene un color muy poco estabilizado. En cuanto sufre unos cuantos trasvases, la materia colorante precipita y el color se pierde. Para que esto no ocurra es necesario una microoxigenación que solo es posible con las barricas bordelesas.

El periodo de crianza mínimo en madera que pide la legislación de la denominación es de doce meses. El resto del tiempo deberá permanecer en depósito o en botella hasta el tercer año después de la cosecha. Si no se cumplen con estos mínimos, el vino se puede llamar nebbiolo de barbaresco, pero no puede llamarse propiamente barbaresco. La bodega Bruno Rocca saca al mercado su Barbaresco con 16-20 meses (según las características del año) de crianza en barrica (un 40% nueva).
Le preguntamos a Luisa por la diferencia que existe entre la barbera d´Alba y la barbera        d´Asti. Nos dijo que lo fundamental estaba en que la distinta composición del suelo de Asti y la mejor exposición de sus viñas – en la zona de Barolo la exposición ideal está ocupada por la nebbiolo- da a la barbera de Asti más color, concentración y fruta.
Finalizamos la visita probando cuatro vinos. 



El primero fue el Barbera d` Asti 2009. De color frambuesa vivo, también nos recordó a esa fruta en nariz. En boca mostró ese carácter frutal, con dulzor goloso y unos taninos frutales suaves. Un vino muy agradable. No nos resistimos a preguntar por qué todas las etiquetas de sus vinos llevan una pluma diferente en cada tipo de vino; porque es un diseño que llama la atención por su elegancia y sencillez. Primero Luisa y después Bruno nos dijeron que la pluma es un artículo sencillo pero muy necesario en su momento. Con ese motivo quieren hacer una invitación a disfrutar de la historia que ese vino va a escribir.


A continuación pasamos al Langhe Nebbiolo Fralú 2010. Lo de Fralú viene por Francesco y Luisa, los hijos de Bruno. El perfume de la variedad se reconoce enseguida, con notas un punto más dulces que otros que hemos probado (ciruela) y un ligerísimo toque avainillado procedente de la barrica.
En boca la nebbiolo se mostró elegante con su tanicidad y ligereza, con una acidez estupenda.
En este punto nos contó Bruno que los taninos de la fruta son digestivos, frente a los de la madera. 


Terminamos con dos barbarescos de 2008, procedentes de viñas distintas: Coparossa y Rabajá. El primero procede de una tierra más arenosa y aporta en nariz matices de fruta roja, frente al segundo que ofrece fruta negra. Los dos están muy buenos, porque ofrecen los matices aromáticos florales y frutales de la variedad y, en boca, resultaron muy redondos, equilibrados y sabrosos. Dejan un buen recuerdo final larguísimo (como si se degustara durante muchos minutos un caramelo frutal delicado).


Agradecemos de nuevo a Miguel, de la Enoteca Barolo de Madrid que nos sirviera de intermediario, y a Bruno y a Luisa la amabilidad con que nos atendieron.
¡Salud!