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sábado, 30 de noviembre de 2013

PIRITA 2012. Malvasía, verdejo blanco, puesta en cruz, y moscatel de grano menudo. Arribes. España.

En la bonita comarca de los Arribes del Duero también podemos encontrar vino; desde hace unos años se están haciendo cosas interesantes, partiendo de variedades locales. La bodega Almaroja elabora este Pirita, un vino blanco de color dorado pálido que, en nariz, ofrece notas interesantes, sobresaliendo un conjunto de hierbas y flores dificiles de identificar; nos ha recordado a los aguardientes de hierbas. También hay notas de fruta escarchada, licorosas. El perfil del vino recuerda a los biodinámicos.
En el  fondo está lo mineral, con recuerdos a polvo, a tierra, a suelo de bodega, a sidrería.
En boca resulta también muy interesante. Nos llama la atención su densidad, su carga glicérica. 
Encontramos también una buena acidez y unas destacadas notas amargas al final que se funden con la acidez para dar carácter a este vino.
Un vino distinto y muy interesante, para los que quieran abrirse a cosas nuevas (y buenas).
Nos costó algo menos de 6 € en la bodega Santa Cecilia, de Madrid.
¡Salud!
REPETIMOS
Casi un año después, lo volvemos a probar. Sigue en plena forma. Nos gusta mucho su gama arómatica, con anisados, recuerdos tropicales, y la impronta mineral siempre presente. Y en boca, ese ligerísimo amargor que combina perfectamente con una acidez, y una untuosidad bien ensambladas, a lo que se suma cierta salinidad.
Estupendo.  

lunes, 25 de noviembre de 2013

JULIÁN RUIZ VILLANUEVA

Julián en su casa
 (parecidos razonables: José Mota)
Dentro del enorme viñedo manchego hay espacio para los valientes. En medio de las interminables viñedos cada vez más industrializados, aún podemos encontrar a quienes no buscan obtener enormes rendimientos por cepa para conseguir buenos precios de cara a la exportación, lo que implica prácticas como el riego, la mecanización, y la dependencia de los tratamientos químicos sistemáticos. Julián Ruíz Villanueva es uno de los que han resistido. Estuvimos una mañana con él y, como nos suele ocurrir, hablar de vinos no es sino la puerta  de entrada para que salgan, algo atropellados, otros  temas interesantes.
El sombrero de un depósito de airén
Empezamos en la bodega, hablando de lías y de acidez volátil. Nos dijo que trabaja mejor las lías de los vinos blancos que las de los tintos. El color claro ayuda a distinguir las lías gruesas de las finas, haciendo más fácil su separación en los primeros (las lías finas son las buenas, las que dan, entre otras cosas, ese toque mantecoso, untuoso, al vino). Por el contrario, en los tintos, y teniendo en cuenta que sus vinos no llevan sulfuroso añadido, la separación de las lías le resulta muy complicada. 
Y es que hacer vinos naturales, sin aditivos de ningún tipo, tiene muchos riesgos; además las prácticas utilizadas para evitar el uso de la química tienen sus efectos. Por ejemplo, Julián recurre a fermentaciones muy largas, que aumentan el  nivel de CO2, reduciendo el oxígeno; ahí ya tenemos un conservante natural, pero esto va a provocar que los vinos aparezcan reducidos nada más abrirlos, incluso resultan más astringentes. Y eso no es nada comercial. 
Vieja cepa de airén rejuvenecida
 mediante la eliminación de viejas partes leñosas
Nos dice Julián que el vino natural debe partir de la preservación de las variedades autóctonas. Hoy en día eso no es fácil; la tempranillo (cencibel en estos pagos) que se planta hoy procede de clones que nacen en laboratorios alejados de estas tierras. Jesús defiende la plantación con sarmiento,algo que prohíbe la ley, en vez de con portainjerto, como forma de mantener esa vinculación con lo autóctono.
Aquí, en el entorno de Quero (Toledo) hay viñas prefiloxéricas, que se han mantenido en parte porque ésta siempre fue una tierra pobre, de secano, poco atractiva comercialmente, por lo que no se les ha suministrado agua de riego ni los abonos químicos que es lo que necesita el nematodo de la filoxera para desarrollarse. 
Viñas acompañadas de pequeñas y variadas hierbas
Hasta la entrada de España en la Unión Europea hace un cuarto de siglo, aquí reinaba una agricultura de secano que orientada al autoconsumo y/o a la venta a una escala reducida. La viña se plantaba según un esquema de 10 filas de airén, 2 de tinto velasco, o garnachas, y 3 de cencibel; cada una aportaba lo suyo: suavidad, estructura, elegancia. Con la mezcla surgían claretes y tintos.  Las leyes comunitarias, creadas según los intereses de gigantes como Francia, barrieron todo esto en aras de la "integración".
La familia de Julián responde a ese modelo tradicional. Su padre, de 88 años, y cuyas manos están representadas en las etiquetas de los vinos, fue ante todo ganadero, pastor, mientras que su madre viene de familia agricultora. Aquí, en Quero, hemos descubierto
un interesante entorno lacustre, con humedales donde siempre ha habido huerta. Hay hasta una salina por la que debió pasar Cervantes, cuando era recaudador de impuestos, que en aquella época el salitre, componente de la pólvora, era fundamental para que los tercios mantuvieran la hegemonía de la España imperial.
Con ese bagaje, Julián se fue a Madrid a estudiar (que en el campo se pasan muchas fatigas), y cursó Graduado Social. Por entonces las leyes comunitarias cortaron de raíz la base del sustento familiar, al prohibir la elaboración de quesos caseros, esos que hoy se reivindican frente a la homogeneización de la alimentación industrial.
La casa
Julián entonces se dio de alta como "joven agricultor", se lanzó a producir melón ecológico y pimiento, y le fue muy bien. Pudo comprar tierras y se adentró plenamente en el terreno del vino; ayudó el hecho de contactar con la Escuela de Enología de Valdepeñas, que le pidió uva buena, uva ecológica, para hacer sus prácticas. Y Julián compró algunas hectáreas (hoy tiene 75), y plantó. Como muchos otros, se dejó seducir por lo que en teoría era lo bueno, lo extranjero, y ahí están sus cepas de syrah, de chardonnay, o de merlot (de las que no reniega, que son ecológicas, y encima ya tienen una edad interesante). Estamos a finales del siglo pasado y nuestro hombre va por ferias vendiendo ¡vino ecológico manchego!
Su evolución (más que cambio de rumbo) hacia lo que hoy elabora llegará con sus lecturas y sus investigaciones desde los primeros años 2000. Su proyecto rezuma coherencia, es un proyecto de vida; por ejemplo, su casa está integrada en la bodega y responde al modelo de arquitectura popular manchega (incluso nos enseñó "la gloria" la caldera en la que se queman los
El combustible
restos de biomasa generados en sus cultivos
 y que genera el aire caliente  que caldea la casa). Ese compromiso no parece tan sencillo de mantener si tenemos en cuenta que Julián trabaja en varios frentes simultáneos: tiene cultivos de huerta, se lanzó a un costoso proyecto de
Destiladora para aceites esenciales
plantación de hierbas medicinales, o recientemente,  se ha puesto a secar hoja roja (la de las cepas en otoño) para venderla a empresas de homeopatía, ya que las hojas de la vid tienen propiedades muy beneficiosas para la salud. 
Las hojas rojas secando
Algunas cosas no le han ido bien; le duele especialmente el haberse endeudado para crear una nueva bodega, con la que ha tratado a su vez de rehabilitar viejas edificaciones creadas al calor del ferrocarril (que llegó hasta Valdepeñas en los tiempos en que la filoxera asolaba Francia, y los franceses vinieron a España a por uva).Y le duele porque sabe bien que lo importante es el trabajo en el campo; el vino se puede hacer hasta en un garaje.
Su mentalidad es de agricultor tradicional y de artesano. Se trata de conocer el medio en el que vives y qué recursos te da y, a partir de ahí, tratar de reflejar esa singularidad, con sencillez.

Hoy produce unas 75.000 botellas, la mitad ecológicas, y el resto, naturales. Llegados a este punto hay que decir que Julián huye de las etiquetas: ecológico, bio, incluso biodinámico; aparte de ser una moda (eso parece), en el caso de los productos ecológicos, la legislación deja margen, por ejemplo, para usar un pequeño porcentaje de productos no ecológicos. Además, y reconociendo que es una mejora, se puede ser ecológico, pero al mismo tiempo buscar la obtención de grandes rendimientos.  Además, el uso de productos "bio" amenaza con crear un nuevo sistema de dependencia de los  nuevos productos industriales ("verdes").
Parte de las nuevas instalaciones
Estos son solo algunos de los apuntes que tomamos en las horas que compartimos con Julián, un tipo curtido por fuera (piel tostada, surcos en cara, arrugas en manos), y cabal, franco, austero, pero cálido, en el trato. Nos quedamos con ganas de saber mucho más; esperemos que haya ocasión. De momento, tenemos sus vinos. 
¡Salud!   

domingo, 24 de noviembre de 2013

PAMPANEO 2012. Tempranillo. Vino de la Tierra de Castilla. España.

Antes de rendir visita a Julián,  y tras el éxito del "Pampaneo" blanco (que nos gustó muchísimo), probamos el tinto.
De capa alta y color oscuro, entre remolacha y azabache, encontramos, nada más descorcharlo, aromas poco elegantes, pero no hay que asustarse, están dentro de la normalidad (las lías tienen esos efectos colaterales).
Una vez aireado en la copa vamos descubriendo cosas interesantes. Hay fruta roja-negra (arándanos), pero mezclada con notas terrosas, de betún, algo de pasificación (o casi), vegetales (mentoladas), y el característico toque a fruto seco (pipas, maíz) de muchos vinos naturales.
En boca muestra potencia, una estructura ya de vino mediterráneo de veranos duros. No obstante la carga alcohólica está bastante bien compensada. Hay unos taninos interesantes que se suman a la acidez para imprimir carácter; algo rústico quizá, pero sabroso, con chispa. 
Otro buen producto de Don Julián Ruiz Villanueva, y otro buen vino natural. Al no tener conservantes añadidos se trata de un vino cambiante con el tiempo. Queremos probar el 2013 y con menos meses de botella, para ver si la gama de aromas florales y frutales está más presente. De momento, hemos disfrutado el 2012.
Nos costó unos 5 € en la bodega Santa Cecilia, de Madrid.
¡Salud! 

sábado, 16 de noviembre de 2013

MANZANILLA SAN LEÓN. Palomino. Sanlúcar de Barrameda. España.

¡Cómo nos gustan los vinos generosos!¡Y cómo nos gusta la manzanilla de Sánlucar! Es una pena que, como en tantas otras ocasiones, se valore más a este tipo de vinos fuera que aquí.
Esta "San León", elaborada por Bodegas Argüeso, de la que ya tenemos algún ejemplo en nuestro blog, mantiene la linea de calidad que conocemos, pero va más allá.
De color pajizo pálido, en nariz muestra una intensidad y una complejidad propia de los grandes vinos.
Encontramos, por supuesto, aires marineros, y de ligero tostado (almendra); pero eso solo es el principio. con el paso de los minutos se acrecienta la intensidad mineral y surgen matices que recuerdan incluso a las flores.
Y en boca se mantiene igual de buena.
Destacamos lo sabrosa que resulta, con una untuosidad sorprendente. Los aromas descritos arriba se mantienen siempre en el retrogusto. Ni que decir tiene que encontramos los recuerdos salinos, y que el recuerdo que deja es muy largo. Suponemos que los más de 60 meses de crianza de este vino han hecho mucho por esa complejidad y esa calidad.
Ya no nos sorprendemos al saber que su precio apenas supera los 7 €, en Vinoteca Tierra. Otro regalo para el paladar.
¡Salud!         

lunes, 11 de noviembre de 2013

QUEST 2010. Cabernet sauvignon, cabernet franc, merlot y petit verdot. Costers del Segre. España.

Fermentado en lagares de piedra del siglo XII. ¡Menuda tarjeta de presentación! Suficiente atractivo para probar este vino elaborado por Castell d`Encús, la bodega de Raúl Bobet, quien se fue a los pirineos leridanos previendo el impacto del cambio climático en los viñedos más bajos (Talarn, donde está la bodega, se encuentra cerca de La Pobla de Segur, una de las "puertas de entrada" a los bellísimos macizos centrales pirenaicos).
De capa alta y ribete fucsia, el vino huele bien desde el descorche, ofreciendo su complejidad, una mezcla de fruta, especias, algo de café o tofe, y notas minerales que se van adueñando del conjunto con algo de tiempo.
En boca, la entrada ligeramente dulce (estamos en la España mediterránea), da paso a una acidez estupenda que lo aligera mucho, haciendo que pasen desapercibidos sus 14 grados de alcohol. Hay también matices salinos (¿influirán los lagares de piedra en los que ha hecho la fermentación?), que finalizan en notas de ligerísimo amargor.
Un vino sabroso, muy agradable, que se decanta por la vía de la elegancia.
Su precio, eso sí, supera los 25 €, en Vila Viniteca, Barcelona.
¡Salud!   

viernes, 8 de noviembre de 2013

PAMPANEO 2012. Airén. Vino de la Tierra de Castilla. España.

Primero fue el nombre, Pampaneo. Alguien nos habló de este vino y se nos quedó grabado. Y después fue el aroma; lo probamos en una presentación de vinos naturales celebrada en la bodega Santa Cecilia, de Madrid. Le pedimos a Julián Ruiz Villanueva, su hacedor, una copa para probarlo, y fue un flechazo. Había que probarlo en casa.
Tiene un color muy atractivo; podríamos decir, utilizando términos propios de los tintos,  que está bien cubierto de capa. Su colorido es una mezcla entre lo anaranjado y lo verdoso, broncíneo tal vez.
Y lo olemos; no decimos que es asombroso porque ya conocemos unos cuantos vinos de este estilo. Llevan los nombres de Stefano Bellotti, de Samuel Cano (manchego pionero)...La sinfonía de aromas abarca las flores, la miel, los cítricos, lichis, un toque de manzanilla...; y todo eso con un tono mineral que está en el fondo (tierra, polvo).
Al probarlo descubrimos que hay coherencia, sabe tan bien como bien huele. El paladar se llena de sensaciones que se atropellan; te fijas en su extraordinaria acidez, vibrante, y al instante adviertes cierta untuosidad (ahí están el glicerol, y las lías), que combina a la perfección, y que le hace muy placentero (aunque estamos ante un vino seco). Todavía tenemos tiempo para apreciar su mineralidad, su salinidad.
Poco más podemos añadir; nos cuenta Julián que las viñas son prefiloxéricas, que se encuentran entre los términos de Quero y Puebla de Almoradiel, en Toledo; que elabora este blanco de airén con sencillez: tres meses de maceración, cierto control de la temperatura en la fermentación, y dos meses de trabajo con las lías. Y del depósito de acero inoxidable a la botella. Otro maravilloso vino natural.
Este néctar nos ha costado 5,35 € en Santa Cecilia; y aún dicen que el vino es caro.
Gracias, señor Ruiz Villanueva. Esperamos visitarle pronto para comprender mejor su proyecto. Hay que ver esas viñas. Mientras tanto nos quedan sus vinos que pronto volveremos a traer a este espacio.
¡Salud! 
REPETIMOS:
Lo hemos ido probando de vez en cuando durante varios meses.  Siempre nos ha dado sensaciones muy placenteras. Los aromas son maravillosos, con matices novedosos que van apareciendo (melocotón, plátano). En boca está estupendo, con una acidez maravillosa y el ligero amargor final. Un gran vino, sin duda. Hemos oído muchas cosas negativas sobre los vinos naturales: que si saben y huelen todos igual, que si están oxidados, que si no aguantan tiempo en botella... Este vino (que cuesta menos de 5 €) es una elegante respuesta a esos argumentos.
¡Salud! 

sábado, 2 de noviembre de 2013

TERRAM 2009. Garnacha, cariñena, cabernet sauvignon y syrah. Priorat. España.

Es "Terram" un vino que se presenta con capa alta, tirando al azabache, y con un ribete morado que parece anunciar una larga vida por delante.
En nariz muestra intensidad y un "perfume"muy agradable, que te lleva directamente al Priorat. Hay fruta roja y negra (arándanos,  frambuesa), bien conjuntada con notas especiadas, florales y de matorral mediterráneo. El vino gana con el tiempo, al airearse. La integración entre los aromas primarios de la fruta, y los que aporta la barrica es muy buena.   
En boca, estamos ante un vino que se identifica muy bien  a lo que se espera de la denominación a la que pertenece. Tiene una estructura poderosa pero equilibrada y elegante. Es un vino sabroso, que deja buen recuerdo.
Su autoría se debe a Fredi Torres, a quien acabamos de conocer en la presentación anual de la Vinoteca Tierra. De familia gallega, emigrante a Suiza, donde Fredi comenzó sus estudios enológicos (siendo disc jockey -otro "loco" más de este mundillo-)  se vino hasta el Priorat y trabajó con René Barbier (parece ser que un Clos Mogador le impactó de tal forma que determinó su futuro).
Finalmente, en 2004 puso en marcha su proyecto personal en Gratallops, aunque también está haciendo un albariño en Pontevedra (la "deuda" con las raíces) que, por lo que hemos podido probar, también merece la pena.
Son apenas 3.400 botellas de este "Terram", que nace de una agricultura biodinámica y un trabajo en bodega, Saó del Coster, muy respetuoso con el trabajo en el campo.
Su precio ronda los 20 €.
¡Salud!