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sábado, 30 de mayo de 2015

MALAVIEILLE. Carignan blanc y terret bourret. Francia

En el sudoeste de Francia, por la zona de Cahors, se elabora este vino sencillo que nos ha impactado.
Huele muy, muy bien, e intenso. Hay mucha campiña, florecillas, fruta blanca (manzana), y hasta toques de piña. 
En boca encontramos un poquitín de carbónico. Su explicación se debe a que un método sencillo de conservar el vino sin añadir química es dejar un poco de azúcar residual para que se haga una "minisegunda fermentación", y ese gas carbónico que se genera impida la aparición de bacterias.
Acidez y untuosidad van de la mano, si bien se nota que es un vino sureño, y la sensación glicérica se corresponde con sus 13,5% de alcohol.
Unas notas de amargor final aportan matices interesantes, carácter.
Un gran vino, natural, sencillo, muy bueno. Lo descubrimos gracias a Natural vino.
¡Salud!

jueves, 28 de mayo de 2015

LE BRIN DE CHÊVRE 2010. Menu pineau. Touraine. Francia

Volvemos a Francia, al Loira central, a disfrutar con un blanco de esos que nos encantan porque ya tienen unos años de evolución (hablar de envejecimiento, tratándose de un 2010, quizá no esté del todo acertado).
De color pajizo, huele muy muy bien (hasta el tapón de corcho). Aromas de aceituna, hidrocarburo, flores y miel, salvia, romero, mucho campo, mineralidad, manzana, flores secas.Todo eso, poco a poco, aquí y allá. Así lo vamos notando.
En boca resulta vivaz, con una acidez estupenda (podría pasar por un vino aún más "joven" de lo que es). Resulta fresco, ya que tiene algo menos de 12 grados de alcohol. Y sin embargo este vino tiene untuosidad. Seco y con un ligero amargor, permanece mucho tiempo en el recuerdo.
Otro buen vino,  en la linea de los que ya conocíamos de la bodega de los hermanos Puzelat (Frileuse, o Le bouisson Poilleux).
Lo compramos en vinosautenticos.com.
¡Salud!

lunes, 18 de mayo de 2015

MONTEPILAS 2014. Montepilas. Córdoba. España.

José Miguel Márquez lleva elaborando vinos naturales desde que se inició el siglo XXI. Su proyecto se llama Marenas. Ya conocíamos alguno de sus vinos (Vides bravas 2006 y Cerro Encinas 2008), y con ocasión del I Salón de los vinos naturales de Madrid pudimos probar otro, que por escaso, se nos antoja muy exclusivo (como ocurre con muchos vinos naturales). Un blanco de la variedad montillana montepilas (la bodega está en Montilla, Córdoba).
De color bronce ( o una mezcla de caoba con verde oliva); en nariz es de esos vinos que sorprenden: recuerdos de brandy, de vino generoso, de azúcar tostado, al principio. Después vamos advirtiendo notas frutales (fruta blanca, níspero) y florales-campestres.
En boca es muy rico. Con un puntito inicial que sugiere dulzor, y a lo que contribuye su untuosidad, una sensación glicérica, que nos lleva a pensar en un grado elevado de alcohol. Pues no, pese a estar en Montilla, tenemos un blanco de 12 grados que se acompaña de buena acidez y amargor final. Y es que la uva es especial, como veremos a continuación. El retrogusto es intenso y persistente, con recuerdos de frutos secos.
Le hemos pedido información a José Miguel para satisfacer nuestra curiosidad. Nos escribe comentando que esta uva se plantaba habitualmente porque era "de salvación", y es que tiene una maduración lentísima (es la primera en brotar en Marenas, y la última que él vendimia, ya casi en octubre) que le permite aguantar los rigores estivales en aquella zona.
De hecho se usaba para dar acidez a los vinos, y era un seguro de vida cuando otras variedades sobremaduraban en un tórrido verano.  La piel es gruesa, la uva, gorda. Una uva con carácter, vamos, y eso es lo que José Miguel consigue transmitir, desde su trabajo en el campo, hasta la expresión en botella.
Para saber el precio, pregunta en la propia bodega.
¡Salud!  

miércoles, 13 de mayo de 2015

PAMPANEO 2014. Tempranillo. España.

Estuvimos en el I Salón de los vinos naturales celebrado en Madrid. Por fin. Teníamos muchas ganas de que estos vinos, que admiramos, y a los que nos hemos ido aficionando por decantación natural (hasta el punto de ser prácticamente los únicos que bebemos) aparecieran representados en una plaza tan importante como la capital. 
Al mismo tiempo, en Tarragona, tenía lugar otro Salón; muy español, en vez de sumar fuerzas, cada uno por su lado.
El hecho de que hayan tardado en llegar a Madrid ya dice algo sobre la dificultad que tienen estos vinos para ser aceptados entre el gran público.Nosotros seguimos, y seguiremos, defendiéndolos por sus virtudes; es más, creemos que el futuro del vino, en términos de diversidad, calidad, salud... pasa por seguir este camino.
Pues bien, allí estaba Julián Ruiz Villanueva,  un maestro en este terreno, como hemos ido verificando en este blog (llevamos ya unos cuantos vinos suyos comentados) y no pudimos resistir la tentación de llevarnos algo de su nueva producción. 
Empezamos por lo que a priori parecería el vino más sencillo, el  tempranillo joven, que allí nos impactó. Necesitábamos comprobar en casa las buenas sensaciones.
Lo primero que percibimos, al olerlo, son unas notas especiadas, como de botica, licorosas. Por un momento se nos ha venido a la cabeza el recuerdo de, por ejemplo los chinatos de Barolo. Tuvimos la oportunidad de preguntarselo al propio Julián; salen así, yo no hago nada, nos respondió. Desde luego es distinto, para bien. Y hay fruta, desde luego, y perfume floral,  pero no la frutita acaramelada que se estila cuando uno piensa en un tempranillo convencional.
En boca nos encanta la tanicidad que desprende, taninos de uva que se agarran sin agredir, y que se unen a la acidez para darle carácter.
Confirmamos lo que ya sabíamos, lo que ya que conocíamos,  como fue el caso del 2012. Un vino estupendo, digno de representar a los vinos naturales.
Don Julián, hace usted muy buenos vinos. ¡Enhorabuena!
Y encima, por 5 €. Un regalo.
¡Salud!  

domingo, 3 de mayo de 2015

CERO 2013. Garnacha, monastrell y merlot. España.

Hace 10 meses probamos la añada 2010 de este vino elaborado por la bodega La encina. Repetimos con este vino natural de agricultura biodinámica, tratamiento respetuoso en la bodega -incluyendo la ausencia de sulfitos- y embotellado según el calendario lunar. 
De capa alta y un ribete amoratado que muestra su juventud, en nariz ofrece el aroma de un vino joven afrutado, con recuerdos florales, vegetales y, por supuesto, de fruta roja.
En boca resulta muy agradable, con una ligereza que parece difícil de conseguir tratándose de uvas manchegas (la bodega está en Villena, Alicante). 
Tiene un amargor final muy sugestivo, que completa a la estupenda acidez que tiene este vino de 13,5% de alcohol (que no se nota en absoluto).
Otro excelente vino de La encina, frutal, fresco, fácil de beber.
Nos costó  8 € en Natural cien por cien,
¡Salud!