En nuestro caso optamos por seleccionar y fuimos probando
hasta que el salón del hotel llegó a unos niveles de ocupación alarmantes.
Comenzamos, para acomodarnos, por el “Kripta” de Agustí Torelló Mata, con sus aromas de crianza y su burbuja fina, cava que ya tenemos reflejado en el blog. A continuación nos fuimos a Galicia, donde probamos el “Altos de Torona”, blanco de Rías Baixas, muy afrutado, y el “Regina Viarum” joven de la Ribeira Sacra, elaborado con una mencía domesticada y agradable.
Entre medias, nos acercamos a Pla de Bagés,
donde la bodega El Molí presentaba sus “Collbaix La Llobeta 2007”, de cabernet Sauvignon
y Merlot y “Collbaix Singular 2008”,
monovarietal de cabernet que resultó mejor, con una sorprendente integración de
fruta y barrica.
Nuestro siguiente destino fue Extremadura. En la subzona de
Matanegra, que cuenta con su particular microclima, la bodega La
Pelina elabora “Chacona Bronce
2010”,
un cabernet sauvignon del que se producen unas 20.000 botellas; con la
peculiaridad de que parte de la fermentación se realiza en barricas nuevas. El
vino adquiere unos matices muy interesantes, y además los taninos están muy
suavizados, porque la agresividad de la fermentación provoca que la madera se
cure con rapidez. La cabernet sauvignon, con sus notas de pimiento, resulta muy
reconocible.
Volvimos a Cataluña para probar lo que traía Bodegas Pinord.
En primer lugar, un blanco del Penedés, “Mireia 2011”, mezcla de muscat,
gewürztraminer y sauvignon blanc, lleno de aromas florales y con una boca
sorprendente porque no era lo dulzona que cabría esperar, con cuerpo y
elegancia. A continuación, un Priorat, “Clos del Music 2007”, procedente de la finca
Mas Blanc,
y que cuenta con el sello Demeter. Demeter es una asociación europea
sin ánimo de lucro que avala a productores biodinámicas con un control muy
riguroso de su producción. Conocemos varias bodegas europeas que lo tienen, y,
por lo que vamos conociendo, en España hay muchas reticencias a la
identificación con lo ecológico, y todavía más con lo biodinámico, porque son
términos asociados a vinos raros. Además está la siempre temida y complicada
burocracia. Afortunadamente cada vez son más las bodegas, que sin tener sellos,
cuidan la tierra y elaboran sus vinos con prácticas de ese tipo. En cuanto al vino, presentaba fruta roja en
abundancia, madera bien integrada y buena acidez en boca.
Tras alguna que otra decepción nos pasamos a La Rioja, donde probamos el “Contino
Gran Reserva 2004”
y el “Viña del Olivo 2007”,
ambos de Viñedos del Contino (detrás está CVNE). Este último nos pareció un
rioja de línea moderna, basado en los conceptos de pago y vino de autor, con
protagonismo de la barrica nueva.
El Gran Reserva, fue otra cosa. Embotellado
solamente en magnum (envejecimiento más lento), y sólo en añadas excelentes,
nos sorprendió su color vivo; redondo, con mucha fruta, a caballo entre los
aires clásicos riojanos y la línea actual.
La siguiente estación fue Jumilla. Allí, la bodega Hacienda Pinares elabora el ”Hacienda Pinares 2008”, un monastrell pie franco que nos gustó por su mineralidad y contenida
Siguiendo por la fachada mediterránea levantina, pudimos probar el “Marina Alta Espumante”, un vino espumoso de moscatel de Alejandría, con solo 7 grados de alcohol. Preguntamos por cómo se logra esta baja graduación y nos contaron que se hacía parando la fermentación con frío, lo que daba algo de azúcar residual. Luego, la otra clave es la presión para conseguir la burbuja deseada. El resultado final es muy
Volvimos a la Meseta para probar el “Finca
De nuevo en Cataluña probamos los vinos de
Mas
Blanch i Jové, situada en la D.O. Costers
del Segre: el “Saó Abrivat 2008”
y el
“Saó Expresió 2007”.
Fruta roja con aires golosos, envuelta en tostados. Lo que algunos considerarían del "gusto Parker".
Finalizamos con generosos. La bodega Pérez
Barquero, de
Montilla, nos presentó su “Pedro Ximénez de cosecha 2010”. Muy interesante; como
ya hacen otros bodegueros, tratan de dar un aire nuevo, distintivo, a este
maravilloso néctar, restando complejidad y
peso de madera, y permitiendo que
aparezcan matices florales y frutales ligeros y deliciosos.
Ya en la tranquilidad de casa, no podemos dejar de mostrar
algunas valoraciones. Como ya apuntamos al inicio, este tipo de “eventos” son
interesantes, pero no creemos que sean la forma más apropiada para dar a conocer
vinos. Hay muchos desvelos, mucho trabajo, detrás de un vino, y merecen su espacio y su tiempo.
En cuanto a los protagonistas del certamen, no cabe duda de que presentaban unos niveles de calidad altos, aunque apreciamos demasiadas similitudes en las elaboraciones que presentaban las bodegas. El vino también es negocio, y un mercado globalizado impone sus criterios. Es difícil salirse del carril.
Javier Gila, premiado como mejor Sumiller del Año en el Salón de Gourmets |
!Salud!
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