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viernes, 26 de octubre de 2012

HISTORIA DEL VINO. Hugh Johnson. Editorial Blume.

Como indica su título, estamos ante un libro de historia en el que podemos conocer el nacimiento de las denominaciones, regiones, y personalidades, muchas de ellas míticas, que protagonizan el vasto mundo del vino. 
Se trata de un alimento que ha sido muy importante (esencial, podríamos decir) para el ser humano. Hugh Johnson, uno de los escritores más importantes sobre el vino que hay en la actualidad, lo deja claro en el primer capítulo al citar sus muchas propiedades saludables; durante milenios constituyó una forma más segura de beber que el agua, y aportó energía y componentes benéficos para el organismo (que tanto se están popularizando en la actualidad). Pero hay más, es un alivio para el alma  que tiene "la facultad de hacer olvidar las penas" -título del primer capítulo-, un vehículo de socialización (una auténtica “red social”) que lleva funcionando desde que existe la civilización, y  ha sido un motor económico y  de muchas regiones del mundo, gracias a su comercio y al intercambio de productos e ideas que llevó aparejado.
El autor
Hugh Johnson comienza en la zona del Cáucaso rastreando los orígenes de la viticultura; estamos en tiempos neolíticos y la domesticación de especies se extiende a una planta con una capacidad extraordinaria para  sobrevivir en difíciles condiciones, como es la vitis.
Pronto se extiende su cultivo y llega a Egipto, donde está bien documentada su práctica y donde hay numerosas muestras de la importancia del vino (que bebían los poderosos). A continuación viajamos a la cuna de la civilización occidental, Grecia y Roma. Los griegos inician la expansión de la vid por todo el mediterráneo europeo; comercian con el vino (que se distribuye en ánforas, uno de esos inventos, sencillos pero universales, que debemos a los cananeos, antecesores de los fenicios), y sitúan a esta bebida en nuestro imaginario colectivo para siempre. El vino es elemento fundamental de sus banquetes, reuniones sociales, y su dios, Dionisos (llamado Baco en alguna región griega, nombre que tomaron los romanos), adquiere una importancia capital. Sus fiestas dan origen al teatro, y sus cultos acaban, por vía del orfismo, desembocando en prácticas y creencias del cristianismo.   
Y es el cristianismo, vía monasterios, el que, durante la Edad Media, mantendrá la cultura del vino bien presente; de hecho, la labor de los monjes del Císter fue fundamental para que hoy existan varias de las principales regiones vinícolas europeas.
En la Edad Moderna, de la mano de los venecianos, de los holandeses, de los españoles...; el vino se expande por el Viejo Mundo y llega al Nuevo Mundo (América, Sudáfrica, Australia).  Al tiempo aparecen "descubrimientos" como la botella, y tipologías como el champán, el madeira y el oporto.
En los capítulos dedicados a los siglos XIX y XX podemos apreciar los principales hitos en la configuración del actual panorama vitivinícola: la industrialización del vino, el impacto de las plagas llegadas del continente américano, el desarrollo de la ciencia aplicada al sector, la modificación de los hábitos de consumo producto de la publicidad y de la moderna crítica. Sorprende advertir que el vino tal y como lo conocemos hoy en día es relativamente reciente, del último medio siglo.
Nos quedamos con sus palabras, recogidas en el último párrafo del libro: "ningún crítico debe olvidar...que el vino es uno de los milagros de la naturaleza y que sus 10.000 años de compañerismo con el hombre no han eliminado su misterio, la vida independiente que ha hecho que el ser humano lo considere un producto divino".
¡Salud!  

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