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martes, 17 de abril de 2012

VAJRA, ALMA DE BAROLO


Aldo Vajra
Finalizamos nuestro periplo por Barolo rindiendo visita a Aldo Vajra, quien nos recibió en su bodega en una mañana ajetreada (con las fiestas de la Pascua en ciernes, había muchas cosas que preparar). Sin embargo, con profesionalidad, nos acomodó rápidamente y comenzó a hablarnos sobre su proyecto. Delante de los depósitos de acero inoxidable nos ofreció la primera  revelación "amo la fruta". Y el acero, para él, es el continente que mejor preserva la frescura de aromas primarios, al asegurar una fermentación limpia. La madera, nos dijo, es mágica, pero cambia el vino.
Detalle de los tapones especiales de las botas de roble
La bodega (la cantina, como dicen en Italia) era de su abuelo. Aldo empezó allí  a finales de los años sesenta del siglo pasado, y en 1972 –está de aniversario en este 2012-  obtuvo su primera añada. Por tanto es una persona bastante interesante para hablar sobre Barolo y su evolución más reciente, en la que ha alcanzado una posición de privilegio en el panorama internacional de los grandes vinos.
Él nos insistió que su sueño es lograr algo bueno, no el mejor vino del mundo, ese vino elevado a los altares por los periodistas del momento y que provoca que muchas bodegas den bandazos en su producción buscando satisfacer a la crítica.
Delante de las barricas, Aldo nos comentó que las nuevas se reservaban para el Barbera y solo las que tienen tres o más años, las que no van a enmascarar el vino,  albergarán  su nebbiolo, lo mejor de la casa.
En la sala acondicionada para catar pudimos seguir charlando con Aldo mientras degustábamos lo que nos ofreció. Comenzamos por el PETRACINE 2010, un Langhe. El nombre es el sinónimo de la riesling en esta zona. Se trata de un blanco del que solo se produce una botella por cepa y que estaba abierta desde hacía tres días (en la nevera y sin hacer el vacío). Un vino fresco, con notas florales y herbáceas nítidas y de calidad.
Momento para que Aldo nos comentara que los vinos son seres vivos, que cambian, como las personas, y que se perciben de forma distinta en función de factores como el estado de ánimo o la compañía.
El segundo vino fue el DOLCETTO 2010. Nos gustó percibir una fruta dulce madura,  que no azucarada, junto a notas como de té. En boca mostró buena acidez, unos taninos presentes aunque agradables, con ligero amargor; un vino que busca la elegancia. 

A continuación probamos el COSTE&FOSSATI 2010, otro vino de pequeña producción (6.700 botellas), de bonito color remolacha (como el anterior), aunque más cubierto de capa. Junto a la fruta, encontramos aromas a hierba seca, a mimbre. En boca mostró mayor corpulencia, con taninos más marcados.
El cuarto fue un BARBERA D`ALBA 2009. Vino perfumado, con mucha fruta roja, fresco y equilibrado en boca.
Pudimos seguir charlando con Aldo sobre su idea de vino. Busca un vino placentero, bebible ante todo,  no un vino para el que la gente se ponga a pensar sobre sus componentes, elaboración, etc. Él se considera un acompañante del vino, alguien que ayuda a que la fruta de una tierra determinada se exprese en forma líquida.

El BARBERA D`ALBA 2008 fue el siguiente vino. Es un Barbera Superiore, lo que quiere decir que ha tenido al menos un año de envejecimiento en botella. Resultó más redondo, con más cuerpo, más placentero que el anterior.  

Plano con algunos de sus viñedos
Aldo, buen conversador, nos contó que tiene algo menos de 70 hectáreas, y que elabora unas 400.000 botellas; un volumen y un tamaño que considera abarcables para lograr una producción de calidad. Y es que ese amor, esa pasión por lo que hace, le lleva a estar todos los días en la viña. Todos los días visita al menos un viñedo, como el de esta mañana, en el que ha descubierto que  hay tres cepas en un viñedo de Dolcetto, que no lo son. Un cariño que ha inculcado a sus tres hijos, que trabajan con él, y que se aprecia en anécdotas como la que nos contó sobre el día de su boda. Día lluvioso en el que acudió a casarse tras estar en la viña, acudiendo a la ceremonia con los zapatos embarrados, para disgusto de su madre. Se considera agricultor y busca cuidar la diversidad que ha encontrado en sus diferentes viñedos, de ahí que produzca bastantes vinos.
Aprovechamos este momento para preguntarle sobre la biodinámica y las tendencias ecológicas que parecen ser una moda más en este mundillo. Nos contó que ya tomó contacto con ellas en sus tiempos de estudiante en Turín, cuando se daba un curso de “Ecología”. Eran los años setenta y ya se dio cuenta, por ejemplo, de que los compuestos de cobre se acumulaban en el suelo. En los noventa renunció a poner una identificación de biológicos a sus vinos. ¿Por qué? Para él, la definición de vino que da la Unión Europea es muy clara:"fermentación del zumo de la uva”, algo que es natural, y Aldo defiende esa idea. Quiere hacer un vino para él, para su padre, para sus hijos. Recurre al mensaje de “amaos los unos a los otros” para indicar que busca un vino que exprese ese concepto tan sencillo. De este modo, pone muy poco sulfuroso en el vino. Si está sano y/o es joven no añade, y si va a envejecer le pone un poco para tener seguridad en su evolución y conservación. En cuanto a las levaduras, usa un compuesto denominado BRL 97, fruto de su colaboración con la Universidad de Turín, en un estudio que buscó las mejores levaduras autóctonas de la zona.

Seguimos catando y pasamos al LANGHE 2009, todo un nebbiolo, con su delicadeza y floralidad. Pudiera haber pasado por un borgoña, aunque sus 14,5% de alcohol revelaban su verdadera identidad. Un vino de uvas jóvenes plantadas en una pendiente elevadísima. Nos gustó la identificación que hizo de las viñas jóvenes como alocadas, frente a las veteranas, expertas, que se saben defender de maravilla.
En este momento también nos enseñó una muestra de la arcilla gris característica de la región, la clave de todo.

El séptimo vino fue el ALBE 2007, también joven, fresco, que quedó eclipsado por el recuerdo del anterior.

Recondujimos el rumbo con el BRICCO DELLE VIOLLE 2007, otro nebbiolo estupendo, esta vez Barolo auténtico, con capa ligerísima, elegante y delicado en nariz;un juego de fruta y flor. La piel de la uva de la nebbiolo está en ese aroma, nos comentó Aldo.

Finalizamos con dos particularidades. La primera fue un MOSCATO D´ASTI, un vino que es lo contrario de los anteriores en cuanto a su naturaleza, puesto que es un producto de la tecnología, capaz de crear un vino de burbuja finísima y aromas intensos a flores que funciona en nariz con absoluta precisión. 
El segundo, y fin de la cata, fue un BAROLO QUINATO. Estos vinos son particularidades de la región, forman parte de la cultura alimenticia de Barolo. Partiendo de un buen barolo, se crea un vino a partir de fórmulas locales que se pierden en el tiempo. Para nosotros oler este vino fue como entrar en la tienda de las especias, de los ultramarinos de antaño, de los buenos herbolarios.
Gran mañana, la que nos regaló Aldo Vajra.
¡Salud!

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