Los vinos de la bodega Piedra Luenga están bien representados en nuestro blog: fino, oloroso, amontillado, y Pedro Ximénez. Constituyen una opción atractiva porque unen calidad, origen ecológico, trabajo honesto en bodega, y precios estupendos. Paseando por la feria Biocultura 2012, que se celebra en Madrid estos días, volvimos a encontrarnos con Francisco Robles, en cuya cabeza caben tanto la elaboración de buenos vinos, como otros proyectos en los que se juntan innovación y originalidad (por ejemplo, el amadrinamiento de cepas).
Pues bien, allí compramos dos nuevos vinos que aún no conocíamos. Éste que traemos hoy es el primero. ¿Y qué hace la verdejo en Montilla? El caso es que alguien la plantó y Francisco la ha cuidado hasta dar con este vino blanco dorado pálido.
En nariz, tal vez porque lo catamos en día-raíz (seguimos con nuestro interés por el calendario de cata biodinámica), apreciamos mucho campo: notas herbáceas, con toques florales y de infusión. A estas se suman recuerdos de tierra, de suelo de campiña, y de fruta madura (manzana asada).
En boca resulta más interesante si cabe; la acidez es excelente, y se combina con un toque graso que da volumen en boca. El vino se expande hacia el centro de la boca y los aromas comentados llegan poderosos por vía retronasal. Al final del paladar aparece un ligerísimo amargor, que ayuda a conservar bastante tiempo su recuerdo.
Desde luego que se trata de una verdejo distinta; la referencia son los vinos de Rueda, pero se trata de otro registro que aporta matices interesantes y placenteros.
Todo esto por unos 5€.
¡Salud!
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