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jueves, 10 de enero de 2013

CASTELLROIG: CAVAS DE TERROIR

Marcel Sabaté
Marcel Sabaté, de la bodega Sabaté i Coca, es otro de los pequeños elaboradores de la tierra del cava que sobresalen por la búsqueda de vinos de calidad. Él representa a la cuarta generación de agricultores. Su bisabuelo llegó a vender vinos a granel. A lo largo del siglo XX, como era habitual entre los payeses de la zona, y hasta 1970, la familia producía uvas para vender. Esta práctica hoy es un problema porque el precio de la uva sigue siendo el mismo que el de entonces.
La bodega
En 1987 salió a la luz su primera botella de cava y el proyecto se consolidó gracias al apoyo de sus padres. Su padre, que sigue trabajando a diario en los viñedos, supo transmitirle ese amor por las cosas bien hechas y el respeto por el terruño. Marcel hace vinos de terroir porque conoce muy bien su tierra, el clima de la zona y siente el viñedo.
Los diferentes suelos con los que cuenta Marcel 
Ese es su punto de partida. Por cierto, la DO no le permitía poner en las etiquetas el título “Vins de terrer”, algo comprensible en un ámbito en el que no es frecuente que las bodegas tengan viñedos propios. Pero finalmente lo consiguió gracias a que reclamó a la Generalitat.
Viñas entre el bosque
Cuentan con 45 has de viñedo y con variedad de suelos. Elaboran unas 250.000 botellas al año, una gota en el océano de los 250 millones de botellas de cava que producen unas 250 bodegas.

Visitamos algunas de sus viñas, inmersas en retazos de bosque, que conforman un paisaje bellísimo. Allí nos comentó que trabaja sobre todo la xarel.lo, que es la base de sus espumosos. Todo el trabajo es básicamente manual. No se recurre a la química. Él no se define como ecológico ni como biodinámico. Estudió ingeniería y cree en lo que le va bien a la planta de forma natural, con una base científica. Por eso acepta algunos aspectos de la biodinámica, aunque otros le resultan un poco esotéricos.

Marcel nos pareció un enamorado de su tierra, como lo demuestra su proyecto de querer hacer miradores en la parte alta del bosque para que los visitantes puedan apreciar sus viñedos, pensando en el enoturismo y en la revalorización de un Penedés hoy mal conocido. 
Surgieron otros temas en la conversación con Marcel, como el de algunas de las dificultades a las que tiene que hacer frente, desde los agricultores vecinos que realizan prácticas contaminantes hasta otras, ya más generales, que tienen que ver, por ejemplo, con el nivel de educación de una sociedad en la que, ante los vinos, sigue dominada por prejuicios absurdos del tipo “los vinos blancos se beben en el año”, “el cava se toma de postre”.
También comentamos que, en un mundo donde todo se monetiza,  se desconoce muchas veces  el valor de las cosas.  
Muestra de uno de los suelos
En el caso del vino, es muy común oír decir que es caro. Pero se nos ocurren algunos ejemplos de cosas que podrían cuestionar esa afirmación: entradas de fútbol a casi 100 euros las más baratas, los caprichos de la moda, o, en el terreno de las bebidas, un gin tónic a casi 15 euros en una gran ciudad (cuando muchos expertos nos han contado que una ginebra por muy excelente que sea no vale su producción más de tres euros por botella).
Cantos que aparecen en el viñedo
Un vino como el de Marcel está asociado al respeto por la naturaleza, al trabajo artesanal, a la búsqueda de la máxima calidad y, además,  vende su producto con poco margen de beneficio, porque busca vivir dignamente, no hacerse millonario. A veces, habría que pararse un poco más a pensar en el verdadero valor de las cosas.
Pequeña muestra de lo que ha ido rescatando el padre de Marcel
Antes de catar nos sorprendimos con el pequeño museo de piezas relacionadas con el vino y la agricultura que el padre de Marcel ha ido acumulando durante décadas. Quizá pequeño en cuanto al espacio, pero nos pareció de gran valor porque se acumulan centenares de objetos más que interesantes. De nuevo, como en el caso de otras bodegas de la comarca, está muy presente el legado histórico, y se respeta.
Empezamos catando dos vinos tranquilos, el xarel.lo 2011 y el xarel.lo fermentado en barrica. El primero mostró estupendas maneras, con una nariz llena de flores y fruta blanca. 
El segundo nos sorprendió por la buena integración de la madera; aromas de mantequilla, de crema de cacahuete, de bollería y fruta dulce.
Finalizamos con los cavas reserva y gran reserva. El primero, xarel.lo 65%, macabeo 20% y parellada, nos sorprendió por su calidad, con una nariz limpia y compleja y unas sensaciones en boca estupendas, empezando por una burbuja finísima y siguiendo por una cremosidad que nos recordó a lo que se tiene asociado al champán. Marcel nos explicó que ahí está la calidad del vino, la selección cuidada, la fermentación muy lenta, el concienzudo trabajo con las lías.
El gran reserva subió un punto intensidad aunque intuimos que todavía estará mejor con algunos años de guarda, tiene bases para hacerlo. Aquí la xarel.lo ocupa el 85% del coupage y la impresión que nos dio fue excelente, con notas de fruta tropical, de hidrocarburo o gomosas, y una boca con más volumen.
Agradecemos a Marcel su atención y amabilidad.
¡Salud!

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