Celebramos nuestro cuarto aniversario con un vino de Francia, que no es mal destino para festejar.
Este Romorantin, elaborado a partir de la uva homónima, es de color dorado, y presenta cierta turbiedad, por la materia en suspensión que tiene (buena señal).
En nariz muestra complejidad, destacan las notas amieladas, cítricas (piel de naranja), de hierbas de infusión, y de hidrocarburo. Y hay más cosas, de difícil precisión, como ocurre en muchos vinos naturales, que son cambiantes, que ofrecen matices nuevos cada poco tiempo; todo un festival para el olfato (ahora viene el melocotón, luego algo de manzana asada...).
En boca presenta un estupendo juego entre acidez, que resulta vibrante, casi eléctrica (con perdón), y untuosidad (con solo 12 grados de alcohol). Uno de esos vinos que llenan el paladar de agradables sensaciones, muy placenteros de beber. La materia en suspensión parece depositarse en la lengua, estimulándola. Un gran vino, y un gran vino distinto.
Su autoría se debe a Thierry Puzelat, un referente en la elaboración de vinos naturales en Francia.
Nos costó algo más de 15 € en la Enoteca Barolo, de Madrid.
¡Salud!
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